Llega el fin de semana y como cualquier otro día de mtb te preparas para hacer tu ritual antes de salir de casa. Mejor dicho este ritual ya empieza el día anterior, al ir a dormir pones el despertador y piensas, que bien mañana sábado, dormiré media hora mas que lo que suelo hacer para ir a trabajar. No se si esto es bueno o malo o es un simple consuelo, pero bueno suelen decir que sarna con gusto...
El despertador suena al día siguiente, ¿pero no habíamos quedado que era sábado? a si, pero que me espera una irrepetible vueltita en mtb. La que se queda en la cama lo agradece quedándose con el resto de cama y pensando este tío cada vez esta peor.
Pues nada, me levanto, desayuno y a vestirme. Me pongo la cinta del pulsometro, miro las pulsaciones y ... ¿estoy muerto? corro a echarme agua en la cara y... a no, que ahora empieza a funcionar, 70, 80, bueno parece que sigo vivo. Sigamos con el ritual.
Al finalizar hacemos repaso, ¿casco? si, ¿gafas? si, ¿guantes? si. Perfecto ya podemos salir. Cojo la bici miro mis pies y... creo que las zapatillas de casa no tienen calas mejor me pondré las buenas. Por fin terminamos y salimos. Aunque tengo cerca el monte, algo de carretera tengo que tocar así que no queda mas remedio y me lanzo a la lucha, algún coche que pasa a escasos cm me termina de despertar del todo.
Llego a las primeras pistas y empiezo a perderme entre el rocío, los árboles y las nubes durante un periodo de tiempo hasta que me vuelvo a encontrarme otra vez de vuelta para casa con el duro asfalto.
Ahora acaba el ritual con la ropa en la lavadora y conmigo en la ducha.
Mañana un nuevo ritual.
Nos vemos
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