Desde que decidimos ir a Can Pau hace ya bastante tiempo han pasado muchas cosas. Fue un ir y venir de sensaciones. Nos fuimos creando unas expectativas y normalmente cuando te creas muchas expectativas sobre algo suele pasar que te vas con una sensación de que te ha sabido a poco, de que no era todo lo bueno que pensabas o que te habían contado. Para cumplir con la excepción que confirma la regla esta vez ha sido diferente ya que dichas expectativas han sido sobrepasadas desde el primer momento.
Nuestro barco zarpó y llegamos hasta Canyamars sin mayor complicación hasta el inicio de un par de pistas que nos despistan y decidimos llamar para ver cual era la buena. El vecino y ex-mundialista
Joan Pons nos baja a buscar y nos lleva por la pista correcta hasta que al de poco tiempo podemos gritar "Can Pau a la vista".

Annabel nos esperaba con una sonrisa.

Nos asentamos en la casita de madera y vamos todos a dar un paseo mientras Jordi aparece con la moto.
Pasamos la noche cenando y con su posterior y agradable tertulia.
Los siguiente días pasaron entre más charlas, unas serias,

otras no tan serias, de cosas bonitas, de recuerdos, de problemas que también los hay, de nuevos proyectos y de futuras colaboraciones.
Tardes de café y de pastas que trajo
Noe 
entremezclados con algunos ratitos de chocolate.
Mañanas de bici


Días de duras pruebas de nuevos productos para las nocturnas

o de innovar novedosos métodos de cobro.
También nos dio tiempo de ampliar nuestra cultura musical con las canciones populares del lugar, de ir al paraiso del outlet,

de ir a Frankfurt a comer (¿o era al reves y era a comer una frankfurt?, no recuerdo), ratos de paseo y cerveza aunque a veces era cerveza y luego el paseo, ratos para comer entre las montañas,

ratos para soñar e ir al espacio,

ratos para dejarnos atrapar por la noche y dejarnos sin aliento

ya que como dice aquel poema "La vida no se cuenta por la cantidad de respiros, pero sí por los momentos que te han quitado el aliento" y es que esta semana ha habido muchos momentos sin aliento.
Pero sobre todo es un lugar lleno de vida,













de sol, de lluvia,

de cuentos, de hadas y duendes que logramos ver aquella noche, pero sobre todo es un lugar lleno de una desbordante y contagiosa felicidad. Se nota que día a día su ilusión y alegría van creciendo. Son felices y es lo que importa.
Nos vemos espero que no dentro de mucho tiempo.